Hubo una vez un huerto,
donde sucedió un memorable evento.
En este lugar perfecto los vegetales felices vivían,
calabazas, coliflores, lechugas y tomates
sin la menor preocupación disfrutaban y reían.
Pero no muy lejos de allí, mas allá de la cerca,
una gran masacre ocurría
y el campo de naranjo poco a poco se teñía.
El hambriento conejo, que nunca veía saciado su apetito pensó:
"Una zanahoria más no me hará subir de peso"
Asique otra rápidamente arrancó
Pues no se daba cuenta de que ya estaba bastante obeso.
Pero claro, no se imaginaba
el pesar de los sobrevivientes
al ver a sus parientes triturados por dientes.
Y así,
por fin satisfecho,
el conejo muy feliz a dormir se fue a su lecho.
A la mañana siguiente, el ambiente tenso estaba
Y la presencia del conejo, rápidamente fue detectada.
Las zanahorias en vano se ocultaban
Pues a solo un zarpazo de la boca del depredador estaban
En un instante, la criatura a su presa eligió
Y a nuestra amiga, de su guarida saco.
Con desesperación ella lucho,
Pero todo fue en vano pues el conejo de un bocado la engulló.
Delicioso manjar el que acababa de probar,
Pero por su puesto su gula parecía no acabar
Y un postre comer urgía,
Pues de una gran variedad elegir podía.
Pero fue en ese instante, cuando algo extraño sucedió,
El estomago del conejo a gruñir comenzó
Este, muy extrañado, retroceder prefirió,
Y en silencio por un momento aguardo.
Hasta que por fin la venganza se desencadeno.
De un espectacular salto, la zanahoria libre escapo,
Y con sus amigas a reunirse se dirigió.
Mientras el conejo, aun sorprendido
No podía creer que sus tripas se habían salido.
Triste y derrotado, sus tripas limpio y sacudió
Y lentamente a componerse comenzó, pero ya sabia
Que zanahorias nunca mas volver a comer podría
Pues su estomago destrozado parecía.
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